jueves, 8 de enero de 2009

IRIS DE LOS IRIDISCENTES OJOS VERDES




ARTISTA ES QUIEN ENSEÑA LAS NALGAS EN PÚBLICO...






O, ¿POR QUÉ DESTELLARÁ
EN EL HORIZONTE EDITORIAL

Julia María del Carmen se llamó mi madre..
Más que apropiado nombre si tomamos en cuenta que Julio es el mes sagrado para los carmelitas, pues el día 16 se celebra la liberación de la isla de los piratas, precisamente en el día de su patrona: la Virgen del Carmen.
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Julia María del Carmen se llamó mi madre..
Más que apropiado nombre si tomamos en cuenta que Julio es el mes sagrado para los carmelitas, pues el día 16 se celebra la liberación de la isla de los piratas, precisamente en el día de su patrona: la Virgen del Carmen.
Además, el pueblo es tan devoto de la sagrada imagen que mi padre reconoce que su mayor error de juventud fue el haber escrito que habría progreso en ese desgraciado pueblo hasta el día "en que cayera la última piedra, del último campanario, de la última torre de la última iglesia". El templo de la Virgen del Carmen era el primero y primero moriría todo el pueblo que se cayera la más ínfima de sus hermosas tejas francesas. Así es que todo el mundo le negó al sacrílego hereje su acostumbrado patrocinio para el siguiente número del periódico que dirigía y que se llamaba Iris en honor de la isla del Tris. ¡Acabada la publicidad se acabó la rabia atea, la mordacidad anticristera y la sátira de la crítica marxista! Nacido yo, días después de aquellos aciagos hechos, el presbítero se negó a bautizarme. No fue sino hasta que mi santa madre le llevó a la virgen su hermoso manto bordado con preciosas joyas, vestido hecho amorosamente con sus propias manos y pusiera temblorosamente sobre la pequeña cabeza de la efigie una corona riquísimamente ornamentada, que mandó a hacer en la famosa joyería "La Princesa", que el mismo rencoroso cura perdonó a mi padre y lo reconcilió con el pueblo. Así también, dice mi padre, se sintió mejor, muy a tiempo, en su conciencia, con el alivio de su madre (mi queridísima abuelita Elena), quIen sufrió dulce, callada y resignadamente los actos heréticos, hieráticos, "las herejías" de su indomable hijo, pecados de juventud, travesuras que contribuyeron al ostracismo de la pequeña familia Denegre-Vaught Alcocer ... "El pueblo carmelita es profundamente católico", comenta a menudo mi padre.
Y no obstante, la Isla del Carmen es una porción de tierra rodeada de ensueño y de amor. Eso no lo escribió un poeta sino un jurista y probo juez: Don Perfecto Baranda.
Mucho tiempo hacía que restauró el Ayuntamiento los Juegos Florales de las Fiestas de Aniversario de la Independencia del Carmen, de Julio. Invitado por el gobernador, estuve allí en 1959, acompañando a Doña Julia para la coronación de la virgen. La memoria se decora de horizontes marinos, lejanías nostálgicas, leyendas piráticas y cuentos narrados por el inolvidable, bullanguero y talentoso amigo Juanito de la Cabada, el inmortal escritor de los purpúreos pies y poesía declamada cordial y amablemente por lindas y alegres muchachas. Evoco miríadas de sonrientes chiquitas que llegaban en bicicletas de variados modelos multicolores a frescas, blancas casas mediterráneas, techadas con tejas marsellesas rojas de Martín Freres.
Adentro, algarabía, bullicio sobre las melodías sincopada que surgía evocadas por dotadas intérpretes de ancianas partituras sobre atril del piano europeo, de fines del siglo pasado, bien afinado, though. Y, acordes de bambucos colombianos arrancados a muy templadas guitarras yucatecas que desgranaban canciones de Gonzalo R. de la Gala y de Pepe Navarro. Escucho embelesado sus acuarelas tropicales plasmadas en el ambiente de la monótona brisa de los abanicos que bañan las carnes ardientes:

"El viaje era por mar
En una pequeña y lenta embarcación
que navegaba a corta distancia de la costa,...
Primero, una débil lucecita en Haltunchén...
Luego, el faro "El Morro"
con su fulgurante centellear.
Y, poco después, surgiendo de las sombras,
como cuatro estrellas fijadas en la lejanía,
las luces de los cuatro focos de la Catedral...
Y tras ese largo paseo, alguien propuso: -- "Ciudad del Carmen". , ¡Todos!
Nos levantamos con la copa en la mano, como si fuéramos a brindar, dispuestos a cantar el himno que compuso a nuestra tierra. Recordé fácilmente la letra, pues la entoné cuando niño, desde un salón de fiesta, en medio del jaleo, la algazara y zarabanda de los festejos del 16 de Julio de los carmelitas radicados en la Ciudad de México.
Cantaríamos al terruño con el hondo afecto de siempre. Al Carmen, donde no nos dejaron crecer; sí, porque aunque nunca di mis primeros pasos en esa blanca arena, allí fui mecido por la brisa del mar y al compás de la hamaca recibí la primera muestra de amor, los arrullos y arrumacos que me prodigaba la madre de ¡aquellos ojos verdes!, cuyos resplandecientes iris iridiscentes se tendían ilusionados al horizonte, regalándome un porvenir de arco iris; ¡aquellos ojos verdes de mirada serena!, tan quietos como un lago, reflejos destellantes de laguna azul tan añorados por sus rendidos admiradores, desconsolados porque no los volverían a ver ya.
Y, allí, en su vientre, fui estremecido por los embates de las tormentas que sacudieron a mi padre, cuando quiso convertir nuestra Isla en Utopía fraternal, igualitaria y proletaria, conjurando la furia de los caciques con la varita mágica abra-PALABRA cadabra del fulgurante editorial, del iridiscente "IRIS", del adolescente periodista que al conjuro de su terrible palabra anarquista (al estilo de Bakunin y de Kropotkin) espantó a "LOS VAMPIROS DEL CIVISMO", desatando, como Próspero, La Tempestad que, ¡Gracias a Dios!, lo llevó en torbellinos a la capital para desarrollarse republicano y liberal; ya librero, liberó a Ariel de la garra de los Calibanes y de la implacable guerra a muerte de los “Pica-Pica”,

picados por las banderillas satíricas de mi padre en verso:
Resulta que el señor “Pica-Pica” pagó sólo la mitad del precio de la plana de "Iris", y por más que los estudiantes le rogaron que liquidara el resto, el señor empresario se negó rotundamente. El periódico le dedicó una página del siguiente número en que criticaba esa actitud. Además, lo fustigó por otra excéntrica actitud. Como concesionario de la Plaza de Toros, aprovechaba las oportunidades para hacer públicamente el ridículo, dizque toreando. Su actuación taurina, aparentemente, dejaba mucho que desear:
"Pensará el señor Artiñano que nos regalan los materiales de nuestra publicación:
Vaya pues con el señor
que aprovechando su influencia
se echa para su conciencia
un pecadillo menor.
Haciendo de mataor
hasta provoca risillas
pero las banderillas
las pone como el mejor”. <!--[if !vml]-->
Después de recordar la sátira a Pica-Pica, y lo trágico de las picardías del hombre de artimañas, mañas arteras que causaban gran dolor a sus paisanos, quienes lo maldecían y hasta deseaban que sucumbiera del mismo modo que su padre, se oye el cuchicheo del huésped: --¿Y cuál fue ese modo? La historia que se desgrana en medio del expectante silencio me llega casi ininteligible, como un murmullo:
-- Cayó víctima del marinero, artillero certero, que le disparó a quemarropa como castigo por haber puesto en la calle a la inerme viejita. Sacó las escasas posesiones de la pobrecita...Llegando de su viaje antillano, el ítalo lobo de mar, dejó atrás el ocaso, que agonizaba teñido de sangre en desgarradoras nubes de la tarde. Ya bajo luna de plata, se dirige raudo a la oficina de Artiñano y no más tres tiros le dio: --”¡Te dije que no lanzaras a mi madre, desgraciado!”...
Ni un minuto de silencio.... <!--[if !vml]--><!--[endif]-->Prorrumpe el viejo
Steinway, en arpegios con trémolo y fortísimo; ya en medio del jolgorio, se escuchan también tremolar a las guitarras y surgen las notas del vals y

, puestos de pie, cantanmos a coro, mientras nos cogemos de las manos y nos columpiamos al ritmo de tres cuartos:

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